De frente al futuro: sobre la comunicación y el internet

Mateo González Tamariz

El internet ha sido la tecnología desarrollada más importante de nuestra era hasta el momento. Nos ha cambiado la manera en cómo pensamos y hacemos las cosas, desde la comunicación con amigos hasta la investigación científica profesional. Sin duda, nadie se hubiese imaginado el poder enviar mensajes instantáneamente a cualquier parte del mundo, o tener una galería masiva de recuerdos y fotos disponibles en cualquier momento, o poder acceder a todo el conocimiento de la humanidad desde un teléfono móvil. La característica más notoria del internet es superior velocidad y practicidad para transmitir información en comparación con cualquier otro medio. Ahora ya no hay excusas para no encontrar información o para no hablar con alguien.

El acceso que las personas tienen para generar contenido es tan grande que la pregunta ya no es qué comparto, sino, más bien, qué no comparto. Antes tomaba días captar un momento y, a veces, años transmitir un mensaje. Eso que se deseaba compartir realmente debía ser algo especial, las palabras, las imágenes, los sentidos que se deseaban transmitir debían estar muy bien pensados para que el mensaje se diera a entender. Hoy en día cualquiera puede tomar una foto o grabar un video, editar y compartir en cuestión de minutos. Esto no implica, necesariamente, que no haya productos de calidad, pero sí que esta en promedio haya disminuido por la cantidad de información vacía que es posible publicar.

En años anteriores era imposible publicar tanta basura. Eso no significa que no la hubiera, solo que no podemos saber de ella, pues solo trascendió lo que se consideró importante. Lo cual es un poco aterrador porque, si se piensa bien, si hoy en día tenemos el nivel más grande de educación y aun así pasa lo que pasa, ¿cómo habrían de estar en aquellas épocas?

Estamos tan conectados entre nosotros que ya es poca o casi nula la privacidad que nos queda. Los mismos dispositivos recolectan datos y los procesan por algoritmos súper complejos que sacan conclusiones muy precisas sobre cualquier aspecto de nuestra vida —lo cual es impresionante y aterrador—: dónde vives, qué te gusta, lo que aún no sabes que te gusta, cómo es tu personalidad, qué tipo de amigos tienes o te gustaría tener, quiénes son los miembros de tu familia y cómo es tu relación con ellos, etc. Todo esto nos hace replantear los conceptos de lo público, lo privado y de lo que es posible. No diría que estamos en una época de lo público completamente abierto, porque la información no es que le pertenezca a todos o sea gratis —como aparenta ser el internet—, en realidad se trata de lo público mediado por el capital, pues nosotros terminamos por pertenecerle a las compañías que ofrecen los servicios de comunicación.

El internet es un espacio virtual y, a pesar de ello, tiene repercusiones en la realidad. Lo mismo se podría decir del conocimiento, que es algo intangible que tiene grandes efectos en la realidad. Desde que los antiguos se dieron cuenta de ello, iniciaron a legislar en cuestión de divulgación de la información, ya que era una herramienta tan poderosa que logró organizar y revolucionar sociedades enteras. El internet definitivamente debe ser legislado para que no entremos en un caos global, porque a pesar de todo lo bueno que nos ha traído, también conlleva riesgos aún no calculados, por ejemplo, ya se han reportado casos de acoso sexual en el metaverso, livestreams de gente matando gente o tweets y hackeos que han colapsado la economía global.

Imagen: Internet

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