El sueño

Maximialiano del Moral Morales

Era una noche como cualquier otra en la brillante ciudad: el cielo azul oscuro con una luna apenas visible, opacada por la intensa luz de los letreros neón, los grandes edificios con ventanales que eran capaces de proyectar toda clase de imágenes y vehículos que transitaban los aires con gran velocidad, dejando una estela que ocultaba más el brillo lunar.

Entre el mar de gente deambulando, sobresalía un hombre, pues, a diferencia de los demás, este no contaba con alguna alteración tecnológica en su cuerpo, por alguna razón, a diferencia de sus semejantes, este aún mantenía su aspecto humano intacto. La empresa BodyTec había estado haciendo modificaciones corporales desde el 2025, al principio solo podías cambiar el color de tus ojos con tu celular por medio de unos implantes oculares conectados vía bluetooth, rápidamente se inventaron otras formas de modificar el cuerpo casi por completo con implantes y prótesis de alta tecnología.

Obra: Robot/ Yael Villegas Cruz

El hombre que caminaba tranquilamente por la calle se detuvo en una esquina y entró en una cantina para sentarse en la barra, donde lo esperaba un cantinero con una modificación que hacía que su cara brillara como un espejo de plata, por lo cual, el hombre se reflejaba a sí mismo.

ー¿Lo de siempre, John? ーpreguntó el cantinero

ー¿Por qué no? ーcontestó ー¿Cómo va todo?

ーYa sabes cómo es esto, hombre. ーdijo el cantinero con agobio ーUn par de idiotas que vienen a desquitar sus frustraciones con alcohol, otros que no quieren pagar, oportunistas buscando problemas y tú que no eres capaz de potenciar las posibilidades de tu cuerpo con BodyTec. Es raro ver tanta piel, ¿sabes?

ー¡Que martirio! ーinterrumpió Johnー Deberías salir de aquí, buscar un empleo como motivador personal. Ya sabes, perseguir tus sueños.

ー¡Qué locuras dices, John! ーdijo el cantinero extrañadoー Con un implante de sueño, puedes quitarte esos pensamientos desquiciados y aceptar que cada quien tiene un lugar en la sociedad. Yo soy cantinero. Tú eres la piel andante que nos asusta a todos.

ー¡Qué va! Solo quieres levantarme los ánimos. Insisto, tienes que ser un motivador personalー Contestó John con cierto sarcasmo.

Después de un rato, John salió de nuevo a la calle. Esta yacía iluminada por la luz de un sol brillante, deslumbrante, ¿en plena noche? Seguramente es otra estrategia publicitaria de Apple. Sin embargo, al instante sintió un calor agobiante que le quemaba la piel, dándole una sensación extraña de confort que no sentía hace mucho.

Mientras pensaba en lo extraño que era esto, dejó de percatarse de lo que sucedía a su alrededor. El cielo perdió por completo su oscuridad en un estallido de luz divina. Los edificios se comenzaron a derrumbar. La luz volvía a todos ciegos, a todos les daba el don de la oscuridad.

En cuanto John se dio cuenta de lo que sucedía, ya todo se había ido. Él mismo sentía los últimos dolores de su cuerpo. En las otras personas no se asomaba ni un atisbo de sufrimiento. La ciudad se redujo a escombros y todo se quedó en completa oscuridad.

John miró a su alrededor y solo pudo suspirar. Pudo ver a lo lejos lo que alguna vez fue un gran edificio en donde obtuvo su primer empleo, la casa donde su madre había nacido y muerto, la tienda donde conoció a aquella mujer que nunca lo miró como él a ella, un montón de carteles empolvados que le recordaban las caricaturas de la infancia, y el sol que ya había palidecido.

Cabizbajo, John dijo para sí mismo:

ーOtra vez los sueños se cruzan con los recuerdos que me atormentan, ojalá pudiera poder borrar y olvidarlo todo… Tendré que comprar una actualización para este implante de sueño.

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