Gilberto Salazar Vélez
Estaba un gato muy cómodo en su departamento, el cual compartía con su compañero de piso, el hámster.
El gato solía molestar al pequeño hámster por su débil fuerza y su baja estatura. Parecía que no podía defenderse. El gato sentía que era superior en todo por ser más altoy ágil. Siempre le decía: “Eres un inservible, no puedes hacer nada con ese cuerpecito”.
Pero una noche, mientras dormían, el cargador del celular del gato se quedó conectado, provocando chispas e iniciando un incendio. Los dos se levantaron muy asustados por el olor a humo que provenía de la sala.
Así que intentaron escapar, pero la puerta estaba bloqueada por los escombros que ya habían caído. El gato entró en pánico al no poder hacer nada. Pero el hámster, utilizando su inteligencia y su cuerpo pequeño, busco un hoyo en el departamento, cuando lo encontró, salió rápidamente y abrió la puerta para que el gato lograra salir.
Ya afuera, sanos y salvos, el gato con cara de asustado, y sorprendido, le preguntó al hámster: “¿Cómo es que lo hiciste?” El hámster le respondió con una sonrisa: “También los pequeños tenemos lo nuestro”.

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