Gean Stefano Jiménez López

La muerte está antojada y a mi casa ella llegó preguntando por Oreo, solo a Rompope encontró Corriendo la persiguió. Dijo: “dame hueso nomás”. Y, aunque Rompope corrió, la calaca pudo más. Con Gean, Rompope se topó. “¿Por qué lloras?”, le maulló. Gean dijo: “Te extraño mucho, Rompope, vuelve por favor”. Ella ronroneó y contestó: " Humano, al Mictlán me voy. No te preocupes, no llores, que te llevo en mi corazón”.
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