Lumina Elarae

Silvana Sandoval Muller

En un pequeño pueblo rodeado de montañas y vastos bosques, vivía una joven llamada Elara, apasionada por la astronomía. Su abuelo, un reconocido astrónomo, le había regalado un antiguo y poderoso telescopio. Elara pasaba noches enteras observando las estrellas, maravillándose con la inmensidad del universo.

Una noche, mientras exploraba una constelación lejana, Elara notó una pequeña luz que parpadeaba de manera inusual. Intrigada, apuntó su telescopio hacia esa luz cada noche, registrando cuidadosamente sus observaciones. Se dio cuenta de que no se comportaba como una estrella normal; su brillo y posición cambiaban de manera que no coincidía con nada conocido.

Emocionada, Elara compartió sus hallazgos con el profesor de Ciencias de su escuela, el señor Galen, quien también era un entusiasta de la astronomía. Juntos, empezaron a analizar los datos y realizaron cálculos para determinar la trayectoria y naturaleza del objeto. Utilizando sus conocimientos de matemáticas y física, Elara propuso una hipótesis audaz: podría tratarse de un planeta desconocido.

El señor Galen, impresionado por la meticulosidad de Elara, sugirió enviar los datos a un observatorio profesional para obtener una segunda opinión. La respuesta llegó semanas después, confirmando que Elara había descubierto un nuevo exoplaneta, uno que orbitaba una estrella en la constelación de Cygnus.

La noticia se esparció rápidamente y Elara se convirtió en una celebridad local. Astrónomos de todo el mundo se interesaron en su descubrimiento. El exoplaneta fue nombrado «Lumina Elarae» en su honor. Este hecho marcó un hito en la astronomía y demostró el poder de la observación cuidadosa y el análisis científico.

El descubrimiento de Elara no solo amplió el conocimiento humano sobre el universo, sino que también inspiró a muchas personas, especialmente a jóvenes, a mirar hacia las estrellas con curiosidad y esperanza. Su historia se convirtió en un recordatorio de que a veces los descubrimientos más significativos pueden venir de los lugares más inesperados.

«Bajo» Mariella Herrera Barredo

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